La Comisión de Justicia y Derechos Humanos del Congreso decidió por mayoría enviar al archivo el proyecto de ley 655 que proponía garantizar la paridad (e interculturalidad) en los procesos de selección, nombramiento y evaluación del desempeño y ratificación de jueces y fiscales a nivel nacional.
Este decreto de archivo ha sido un acto de justicia necesario, pues consideramos que la mujer no necesita “muletas legales” para alcanzar su potencial y pleno desarrollo en cualquier espacio en que desee desempeñarse, hacerlo es más bien considerarla inferior. Tal como reza la frase que se le atribuye a la química y física polaca galardonada dos veces con el Premio Nobel, María Curie: “Nunca he creído que por ser mujer deba merecer tratos especiales. De creerlo estaría reconociendo que soy inferior a los hombres y no soy inferior a ninguno de ellos”.
No es el sexo lo que ha de determinar la adjudicación de una plaza a un postulante en algún cargo en el Sistema de Administración de Justicia; son sus conocimientos y capacidades. Por ello, he manifestado en toda ocasión posible, mi discrepancia en lo relativo a las cuotas de paridad, por considerarlas en lugar que un derecho, más bien una restricción; por la sencilla razón de que no podemos limitar la participación de la mujer ni de nadie. Como lo dije en la sesión: ¿Qué pasaría si las mujeres quisieran ocupar el 60% o el 70% de las plazas o vacantes? ¿No se les va a permitir por razón de las cuotas? En tal sentido, las cuotas de paridad me parecen un factor limitante que termina siendo discriminatorio contra las propias mujeres.
Así que, precisamente el 8 de marzo, en el “Día Internacional de la Mujer”, reivindicamos su valor siendo pro-mujer, valorando y promoviendo su derecho constitucional al libre desarrollo, que, en justicia, no debería admitir restricción. Asimismo, no permitiremos que la ideología de género contravenga la meritocracia que ha de ser el criterio esencial para elegir a los servidores públicos de la administración de justicia y del Estado en general.
En el Día de la Mujer ganamos otra batalla cultural reafirmando que la mujer nunca fue inferior, como para que nos quieran hacer creer que no puede lograr todo lo que ella quiera, por sí misma.
¡Que viva la mujer!