Castillo promete transformar un Perú fracturado”. Así tituló un reconocido diario español el discurso ofrecido por el presidente Pedro Castillo en la toma de mando del Bicentenario. La recurrida teoría marxista de lucha entre castas y clases oprimidas se abrió paso en los primeros minutos del Mensaje a la Nación frente al propio Rey de España, Felipe VI.
En honor a la verdad: ¿Quién podría poner en tela de juicio el transcendental rol de nuestros héroes peruanos tanto en épocas de Virreinato, como en la República? Sin embargo, cabe resaltar que es estrategia cumbre de la izquierda radical contar siempre con la preexistencia de un conveniente enemigo artero y por demás declarado del pueblo, un monstruo en virtud del cual el gobernante de izquierda pueda presentarse como el anhelado “mesías” al rescate. Esta estructura de la ideología marxista fue bien desarrollada en el best seller “El Engaño populista”.
Y, de hecho, hemos estado asistiendo a este storytelling del hoy presidente: Una persona del campo, parte de los sectores oprimidos por siglos, que llega a la presidencia para liberarnos. Muy parecido el discurso al del exmandatario Alejandro Toledo, hoy investigado por presunto enriquecimiento ilícito.
¿Con estas consignas de pobres contra ricos, campesinos versus citadinos piensa acabar usted con las “fracturas”, señor presidente? ¿Jurando por una Nueva Constitución provocando al Congreso en el que se encuentra precisamente el pueblo, representado? ¿Nombrando como premier al congresista oficialista Guido Bellido, quien ha evidenciado su adhesión a miembros de Sendero Luminoso, y además viene siendo investigado por apología al terrorismo?
En buena hora hemos dejado de cantar aquella estrofa del Himno: “Largo tiempo el peruano oprimido”. ¡Pues los peruanos no deberíamos pensar con complejo de víctimas! Somos una sociedad de luchadores, emprendedores.
Y se requiere que el Estado contribuya distribuyendo mejor la riqueza, siendo más eficiente e íntegro en el manejo de los recursos públicos; un Estado que coadyuve o cuando menos no estorbe el libre desarrollo del ciudadano, y su crecimiento. Crecimiento, que, por cierto, siendo una materia tan importante, fue la gran ausente en su Mensaje.
Señor presidente, las fracturas no se terminarán fomentando más división y enarbolando lucha de clases oprimidas, aunque parezca utópico pedirle esto a su socio y consejero castro-chavista Vladimir Cerrón (quien supuestamente no tendría lugar en su gobierno ni como portero, sin embargo, se le ha visto dando directrices en su presencia).
Los servidores públicos debemos enfocarnos, de manera unánime, en las verdaderas prioridades de los peruanos. Tome nota.
¡No más victimización en un país de emprendedores!