Si hay algo que los defensores del globalismo saben hacer muy bien es disfrazar de derechos humanos lo que constituyen verdaderos atentados contra la vida y la familia. Por ejemplo: Los “derechos sexuales y reproductivos” camuflan el aborto; la educación sexual integral (ESI) implica educación con ideología de género.
Tal como afirmó Miklos Lukacs hace unos días en el marco del Segundo Encuentro de capacitación política de líderes juveniles: “El enemigo ya no es el comunismo, ahora la lucha es contra el progresismo”, agregando que esta ideología puede encontrarse tanto en la izquierda como en la derecha, políticamente hablando.
El progresismo está más involucrado en “salvar al planeta” que en salvar la vida humana; considera vulnerable a una persona que se autopercibe de otro sexo antes que a la persona del no nacido. Habla de una falsa libertad en la cual supuestamente somos libres en un Estado “laico”. Sin embargo, sí que tienen a sus jefes en la ONU, la CIDH, la OMS y sus ONG aliadas. Nada más servil y antisoberano que arrodillarse ante la agenda globalista extranjera 2030. Eso sí que es una verdadera religión tirana que intenta ahogar nuestras libertades en nombre de una supuesta igualdad.
Ante esto, es necesario subrayar que el único instrumento vinculante para un ciudadano peruano debe ser la Constitución, y no los caprichos de estos organismos internacionales. Es más, cortarle el presupuesto a la CIDH debe ser un asunto de interés nacional, porque no se le debe dar ni un sol a los terroristas ni a los que apoyan a terroristas; así como tampoco a consignas inconstitucionales. Defender la verdad es un acto de genuina valentía en tiempos en que el statu quo tiende al progresismo.
También dijo Nicolás Márquez en el citado evento: “El progresista promedio no tiene preparación. ¿En dónde se forma? Bueno, si todo el establishment comunicacional tiene la misma retórica, el progresista no hace más que repetir”. Es cierto, el conocimiento es poder y a diferencia del progresismo tenemos sólidos argumentos basados en la ciencia. Por eso insistiré en la capacitación de nuevos cuadros políticos que garanticen la continuidad de una generación que seguirá diciendo que dos más dos es cuatro, y defenderá verdades irrefutables en base a los legítimos derechos humanos de los peruanos, y no de los intereses de terceros.
